- La España de Felipe II
Capítulo 20. Economía
LA INDUSTRIA: GREMIOS Y COFRADÍAS Y NO MANUFACTURAS
LA PRODUCCIÓN MANUFACTURERA, EN DECLIVE. Todo eran problemas. La elaboración de productos manufacturados era de baja calidad y tampoco fue suficiente para abastecer el inmenso mercado americano. Casi todo el género se importaba del fuera, de mayor calidad y más barato que el producto español.
A partir de 1560 muchas empresas quebraron debido a la fuerte inflación. También por estas fechas se produjo el declinar de la feria de Medina del Campo. La rebelión de las Alpujarras tampoco ayudó a remontar la delicada situación económica, ya que afectó a la mano de obra y a la producción de la seda. Las subidas de precios hicieron que incluso la lana tuviera problemas para ser exportada.
Después de 1600, una vez fallecido Felipe II, se produjo una epidemia de peste que diezmó seriamente a la población y la llegada de metales de América se ralentizó. España tuvo que acuñar una moneda de cobre: pasamos de la “edad de oro” a la “edad de bronce”. Era la culminación al desastre económico del siglo XVI; España ya no levantará cabeza durante siglos.
Escena del “Lazarillo de Tormes”. Con Felipe II la economía entró en una fase de recesión casi continua.
LA INDUSTRIA DE LA SEDA. La industria de la seda española viene de la tradición musulmana. Los moriscos de las Alpujarras eran los grandes maestros en la cría del gusano y el hilado del capullo. El proceso era el mismo que en la lana, repitiendo los mismos errores: se exportaba seda en madeja y se importaban los productos manufacturados.
Fueron los genoveses los que dominaron este mercado. Incluso introdujeron alguna mejora en Granada, aportando telares modernos con una técnica más perfecta y elaboraron así in situ los productos que luego exportaban. Los genoveses desplazaron del mercado a los tejedores nacionales de seda y terciopelo.
CRISIS ECONÓMICAS EN TIEMPOS DE FELIPE II. Con Felipe II la economía entró en una fase de recesión casi continua. Los textos del mercantilista Luis Ortiz apuntan en 1558 a los males de nuestro país: desequilibrio de los precios interiores y exteriores, los gastos del Estado y la protección al negocio de la lana en detrimento del desarrollo industrial textil.
Felipe estaba consternado por la situación económica: "Me duele mucho ver el estado en que está la cristiandad", pero era incapaz de tomar medidas para atajar la crisis y, muy al contrario, gravaba al pueblo con nuevos impuestos. Para el rey, la defensa de la religión lo era todo: "No son materias estas para poder descuydar dellas… (…) irlo que va de la religión en ello, que se ha de posponer a todo". La cerrazón de Felipe era total: "Preferiría perder cien vidas si las tuviera, que gobernar sobre herejes".
LA CONQUISTA DE AMÉRICA NO AYUDÓ AL DESARROLLO ECONÓMICO. La conquista y explotación de las riquezas de América no ayudaron al desarrollo económico de España, antes al contrario, ya que sólo sirvieron para financiar guerras y todo tipo de gastos no productivos. Los “conquistadores” sólo pensaban en comprar tierras, títulos, castillos y buscar tesoros. Fueron el resto de países del occidente de Europa (Inglaterra, Holanda, Italia, Francia) quienes realmente se apropiaron de las riquezas americanas que traían las flotas españolas. En España, la inflación y la política fiscal ahogó y arruinó a empresas y a la banca, especialmente a la prometedora banca sevillana.
GREMIOS Y COFRADÍAS, COMO EN LA EDAD MEDIA. A los gremios y cofradías les afectaba la importación de productos extranjeros y la actividad de los empresarios manufactureros.
Propusieron medidas como que las materias primas fuesen a igual precio para todos y promovieron medidas para dificultar la contratación de trabajadores para las manufacturas. Los gremios y cofradías defendían las estructuras sociales de la Edad Media y se oponían a los avances que demandaban los tiempos.
En Catalunya se llamaba “cónsul” a la autoridad superior del gremio; en otros lugares existía la “Prohomenía”, que estaba formada por las gentes que habían tenido algún cargo relevante en el gremio y que tomaban las grandes decisiones en la organización.
El aprendizaje era largo, entre 2 y 4 años; en el siglo anterior, este periodo era de 4 años. El proceso de aprendizaje estaba regulado hasta el más mínimo detalle, siendo la limpieza de sangre uno de los requisitos más importantes. El aprendiz podía permanecer indefinidamente como tal cobrando un salario y, normalmente, no podían abandonar a sus maestros. Para ser maestro había que pasar un examen pagando previamente los “derechos de examen”.
Los miembros de un oficio ejercían la ayuda mutua y disponían de almacenes comunes para las materias primas. Algunas veces, los talleres eran también comunes. La Cofradía era la que ejercía funciones de seguridad social; se ayudaba a las viudas y a los huérfanos.
LA ECONOMÍA EN LOS OTROS REINOS. La periferia mediterránea de España vivió una situación diferente, pues la inflación, la presión fiscal, el “hidalguismo” o la burocracia no fueron tan gravosas como en Castilla. La presión fiscal en la Corona de Aragón era muy alta, aunque menor que en Castilla. Lo que se recaudaba no pasaba a la Corona, sino que era apropiado por las clases dominantes de cada lugar, nobleza y clero.
Catalunya atravesaba una gran crisis. El comercio mediterráneo para los catalanes tenía muchas dificultades, debido a la piratería, el dominio de los turcos en el Mediterráneo oriental y la competencia de genoveses y venecianos. No obstante, a finales del siglo XVI se recuperó el eje comercial Barcelona-Génova por la interrupción del eje Castilla-Flandes a causa de las guerras contra Inglaterra y los Países Bajos.
Con el matrimonio de los Reyes Católicos en 1479 se podía suponer que las economías castellana y catalana tuvieran una mejor relación y se potenciaran mutuamente. Pero no fue así. El comercio de Castilla estaba dominado por los genoveses y éstos impidieron que los catalanes pudieran trabajar el mercado castellano y sus ferias y de esta manera dar salida a sus paños y productos manufacturados.
Los ingresos de otros territorios (Países Bajos y territorios italianos: Nápoles, Milán y Sicilia) se gastaban en sus propias necesidades. Muy pocas veces llegó algún ingreso Madrid.
La anexión de Portugal fue un gasto más, y un gasto muy elevado. Castilla pasó a financiar la defensa marítima del imperio portugués, tarea en la que Portugal no hizo ninguna aportación. Los beneficios del imperio colonial portugués quedaron en manos de las clases dominantes de ese país.
La política fiscal era diferente según el reino de que se tratara, no era la misma en Castilla que el Reino de Aragón ya que cada territorio tenía sus leyes propias.
Cuando en 1589 se intentó aumentar la presión fiscal sobre Sicilia, surgió una fuerte oposición en contra. Para Felipe II "sino es en casos forçosos no se suelen echar las cargas de un reyno a otro".
La tentación era demasiado fuerte en buscar fondos de cualquiera de sus reinos con que llenar las vacías arcas de la Corona "pues Dios me ha encomendado tantos, y todos estan a mi cargo, y con defender los unos se conservan los demas, justo es que me ayude de todos". Pero la tarea de repartir los impuestos no fue una empresa muy exitosa y al final "mejor será no confundir las deudas y pagas de diferentes reynos".
Castilla contribuía más que ningún otro territorio a los gastos de la Corona. Datos de 1565 en maravedíes: