- La España de Felipe II


Capítulo 20. Economía


EL CAMINO HACIA EL ABISMO. CRONOLOGÍA


LA GUERRA CON FRANCIA, 1543. En 1543 estalló la guerra con Francia. Pero las arcas estaban vacías y Felipe y los consejeros convinieron en que la plata que acababa de llegar de América se podía destinar a la campaña militar, pero que de ninguna manera había que incrementar la carga impositiva de los castellanos. El príncipe escribió a su padre en este sentido: "se platicó si seria bien pedirse a las ciudades, y despues de haverse mirado y considerado, se hallaron muchas causas por donde pareció q ya q se les pidiese havia de haver en ello muy gran dilación y mucho travajo segun la tierra era gastada y travajada, y q los pueblos dan cada dia peticiones de los gastos q hizieron en la jornada passada... y por esto pareció q seria mejor hazer esta gente a sueldo de V.Md". Pero la plata americana no bastaba para cubrir los gastos.

Cortes de Valladolid: “… representando las grandes necessidades y pobreza en que estos reynos estan, a lo menos la gente que ha de pagar y paga los servicios...”


LA GUERRA NO SE PUEDE PAGAR, 1544. En febrero de 1544 escribía Felipe a su padre que estaba buscando financiación: "ya mandé luego juntar los del consejo de Estado y q se hallasen con ellos el presidente y dos del Consejo Real y los del Consejo de la Hazienda y en dibersos consejos q tuvieron en mi presencia se platicó y trató del medio que podía hallarse" (para encontrar la financiación que se necesitaba).

La conclusión en septiembre de 1544 fue que sólo la paz era la única alternativa posible para frenar la sangría económica que suponía la guerra. No había otra: había que firmar la paz "para el bien y remedio de la Christiandad y aun destos reynos, q estan tan necessitados y exhaustos, q no sé con q manera de palabras se lo pueda encarecer; sino con certificarle q solo este y su buelta a estos reynos puede ser de verdadero remedio para todo", escribía el príncipe a su padre.

Felipe insistía a Carlos V que tenía que emprender sus campañas de acuerdo con los fondos disponibles y no según sus “grandes pensamientos”: “Y de dónde se haya de proveer lo que no se puede excusar, no se puede alcanzar. V.M. que lo sabe y entiende mejor todo, lo puede considerar, si fuere servido; que de acá no paresce que se puede dexar de acordárselo”. Y añade: “para que, desengañado de lo de adelante, pueda medir las cosas según lo que se podrá y no según sus grandes pensamientos”. Pero cuando fue rey, Felipe II no se aplicó el consejo, sino que tomó medidas fiscales mucho más duras que las de su padre.

En diciembre de 1544 el príncipe escribía a Carlos V que la mayoría de los consejeros no veían con buenos ojos la decisión que había tomado el Emperador de que se embargara la plata que había llegado de América destinada a los mercaderes privados.


LAS CORTES DE VALLADOLID, 1544. Las Cortes de Castilla se reunieron en Valladolid en marzo de 1544. Era ya habitual que a las cortes sólo acudieran los representantes de las ciudades y no los nobles y los eclesiásticos, pues los temas que se trataban siempre eran la financiación de los gastos militares de la Corona, de los que tanto nobles como eclesiásticos estaban exentos, ya que no pagaban impuestos. De hecho, después de 1538 ya no se convocaba a los nobles. Los procuradores eran 2 por cada ciudad y su número total no llegaba a los 50.

Una vez expuesto el problema, comenzaba una negociación que duraría varias semanas, tal como indica Felipe a su padre: "Y después de platicado y altercado con ellos en ello, representando las grandes necessidades y pobreza en que estos reynos estan, a lo menos la gente que ha de pagar y paga los servicios, porque hablar en otra cosa es por demas, vinose a concluir que se consultase estos con todas las ciudades". La tramitación se alargaba, consultando a las ciudades. También, los procuradores hacían sus peticiones; en este caso, solicitaron reuniones plenarias al menos una vez cada 3 años.


LA CORONA, HIPOTECADA HASTA 3 AÑOS. 1545. En otra carta a su padre en 1545, Felipe recuerda las miserias del reino y que todo está hipotecado hasta dentro de 3 años: “no será menester repetir, la manera que está lo de las rentas destos reynos, y como está consignado y gastado todo, y que no queda cosa ninguna por consumir, y en lo de los servicios que corren sobre la pobre gente destos reynos, hasta el año 1548".

Carlos V quería convocar Cortes de Castilla para obtener nuevos ingresos, pero tanto Felipe como los consejeros era de la opinión contraria, ya que temían una respuesta negativa de los procuradores, como había sucedido en 1538.

El emperador insistió entonces en convocar Cortes de Aragón, pero su hijo le respondió que ello no era posible por "la pobreza universal que ay en aquellos reynos, y mas en el principado de Cataluña a causa de los años que ha havido tan esteriles y por la guerra que huvo en Perpiñan". Felipe insistía en su carta en que Castilla estaba arruinada: "Con lo que pagan de otras cosas, la gente comun, a quien toca pagar los servicios, está reduzida a la extrema calamidad y miseria que muchos dellos andan desnudos sin tener con que se cubrir. Y es tan universal el daño que no solo se estiende esta pobreza a los vasallos de VMd pero aun es mayor en los de los señores, que ny les pueden pagar sus rentas ni tiene con que; y las carceles están llenas, y todos se van a perder. Y esto, crea V.Md., que syno fuesse assy, que no se lo osaria scrivir."

Pero Carlos V impuso su voluntad y consiguió que se reunieran las Cortes de Castilla y del Reino de Aragón. En las de Aragón consiguió algún dinero, pero tanto Catalunya como Valencia se negaron a votar nada con la excusa de que no estaba presente el rey (entonces Carlos V se hallaba de campaña por Europa) y de esta forma evitaron todo dispendio.


LA CORONA, HIPOTECADA HASTA 4 AÑOS, 1546. Hacia 1546 Felipe se hizo cargo de la gestión de un préstamo que se tenía que solicitar a las ciudades castellanas. Todos los ingresos hasta 1550 estaban gastados o hipotecados y España se enfrentaba a 4 años sin ingresos reales.

Felipe escribía a su padre diciéndole que la situación era límite, que no se sabía de dónde sacar dinero y que el Comendador Mayor había enfermado a causa de no poder solventar el problema: "De manera que a lo que yo siento, y a lo que me ha significado el Comendador Mayor antes de su indisposición, para dezir verdad a Vuestra Magestad como se deve dezir, esto se puede tener por muy acabado. Ny se sabe de donde ny como se cumpla y buscar arbitrios y formas de donde se ayan dineros. Lo qual nos tiene puestos a todos en mas congoxa y cuydado de la que se puede encarescer, y esto se tiene por cierto que principalmente ha puesto al Comendador Mayor en el estado en el que está, y aggravado su mal". El párrafo final habla de Cobos, que había caído enfermo y que moriría poco después.


LA DEUDA CON LOS BANQUEROS, 1551. Los banqueros holandeses, alemanes y genoveses eran los financiadores de la Corona española. Mientras que en 1539 la deuda a los banqueros Fugger, Welser, Schatz y Spínola era de un millón de ducados [37 millones y medio euros], en 1551 la deuda ascendía a 6,800,000 ducados [255 millones euros]. Los ingresos de América estaban comprometidos en 1550 para dos años y no se podía disponer de ellos. Se ofrecieron garantías de bienes de la propia España: los maestrazgos, las minas de Almadén...


MEDIDAS A LA DESESPERADA, 1553. Hacia 1553 los ingresos cubrían tan sólo un 25% de los gastos y la plata americana estaba ya comprometida para varios años. Se idearon otras medidas para recaudar fondos: vender cartas de nobleza y títulos de ciudades a las villas y arrendar el impuesto de las alcabalas. "Dios sabe quanta pena y congoxa tengo de ver que está assy para en tales tiempos", escribía Felipe.

En este año se planteó una especie de “desamortización”: vender fincas de iglesias y monasterios para hacer frente a los gastos de la guerra, pero todos los teólogos a que consultó Felipe II consideraron la medida como injusta e ilegal. El asunto no fue a más y ya no se volvió a hablar del mismo.


LA BODA CON MARÍA TUDOR VACÍA LAS ARCAS, 1554. En 1554, debido a los gastos del viaje de Felipe II a Inglaterra para casarse con María Tudor, las arcas quedaron vacías. Por otra parte, todos los ingresos estaban empeñados hasta 6 años después, como lo reconocía la princesa Juana, que quedó en España como regente: "Está consumido y gastado casi todo lo que se puede sacar de rentas ordinarias, extraordinarias, bulas y subsidios, hasta fin de 1560”.

Las nuevas Ordenanzas de 1554 intentaron obtener nuevos ingresos poniendo en venta términos concejiles e incrementando los impuestos de la sal, aduanas de los puertos secos y la exportación de paños.


UNA DEUDA INASUMIBLE, 1556. En 1556 la deuda alcanzaba casi los 7 millones de ducados [263 millones euros], lo que era más del doble de los ingresos de dos años antes, que ascendían a 2,865,818 ducados [107.468.175 euros]. La suspensión de pagos de 1557 era inevitable.


PRIMERA BANCARROTA, 1557. Tres bancarrotas o suspensiones de pagos fueron declaradas en 1557, 1575 y 1596. Una novedad para la época, pues no se había dado ningún precedente semejante en ninguna corte europea. En 1557 la Hacienda estaba en ruinas debido al coste de las guerras. Uno de los detonantes de la crisis fue que, debido al conflicto con los Países Bajos, la exportación de lana quedó interrumpida. Era el comienzo del reinado de Felipe II. 

Se recurrió a los juros (emisión de deuda pública), como salida a la suspensión de pagos. Los juros se pagarían al 5% anual. Si se trataba de mercaderes perjudicados por el secuestro que había hecho la Corona de metales preciosos de América, el interés era del 7,1%

Entre 1557 y 1559 Felipe II recurrió a medidas extremas, como las enajenaciones de oficios, la venta de algunos privilegios personales y la venta de algunas rentas y jurisdicciones de la Corona.

Las suspensiones de los pagos que se efectuaron en las ferias de Medina del Campo trajeron como consecuencia las quiebras financieras de Sevilla, Amberes y Génova, que eran las plazas donde la Corona española ajustaba sus operaciones de cambios y pagos. El primer resultado de las suspensiones de pagos estaba siendo en muchos casos la bancarrota de los banqueros prestamistas.


FIRMAR LA PAZ CON FRANCIA, PERO HABÍA GASTOS QUE ATENDER, 1558. En 1558, Felipe pedía dinero a su hermana Juana, regente de España en aquel momento, para hacer los pagos indispensables y firmar la paz con Francia. El príncipe por entonces llevaba varios años en los Países Bajos. Su deseo era volver a España para instalarse definitivamente "y dexar assentado lo de aqui, de modo que no me obligue a bolver (...) Falta tan gran suma que no se que dezir. El trabajo en que estoy es mayor del que podeys pensar". Pero Juana le respondía con la realidad, julio de 1559: "no solamente no puede ser V Md. proveido (desde España) de tan gran suma como dize ser menester, pero de ninguna cosa por pequeña que fuesse".

Felipe estaba desesperado. Escribió a Granvela que todos los ingresos ya estaban comprometidos y que había muchas deudas a las que no se podía hacer frente: "Demas de estar casi todas mis rentas vendidas y empeñadas resto deviendo muy grandes sumas de dineros y he menester otras muchas para el sostenimiento de mis reynos (...) Me da harta pena y cuydado viendo el estado en que estan las cosas".

Más del 75% de los ingresos se gastaban en la deuda de la Corona con los prestamistas y la plata de América no llegaba de forma regular; en 1559, por ejemplo, no llegó ninguna remesa. A todo esto se añadían las malas cosechas de 1559 y 1561, que provocaron una fuerte hambruna en 1560 y 1562.

Aunque los ingresos de la Corona se duplicaron en los años 50 no fueron suficientes para hacer frente a los gastos. A la muerte del Carlos V en 1558, los ingresos eran 4 veces la cifra con que se encontró al comienzo de su reinado, lo que se explica porque la presión fiscal sobre la población castellana se multiplicó por 4 y las remesas de metales preciosos provenientes de América alcanzaron valores nunca vistos hasta entonces. Los ingresos americanos representaban entre el 10 y el 20% de los ingresos totales.

En 1554, debido a los gastos del viaje de Felipe II a Inglaterra para casarse con María Tudor, las arcas quedaron vacías.


NUEVOS GASTOS: REBELIÓN EN LOS PAÍSES BAJOS, 1559. Había que atender a varios frentes en el exterior: el problema de la expansión del protestantismo, la rebelión en los Países Bajos y el poderío de los turcos en el Mediterráneo.

El gasto militar en los Países Bajos era imposible pagarlo con impuestos recaudados en este territorio, dadas las circunstancias y la actitud de rechazo de buena parte de la población. Por ello Felipe explicaba que tendría que buscar en España lo que no podía recaudar en Flandes: "me haze y da prissa a yr a buscalles remedio, y quanto menos le viere mas prisa me daré a irle a buscar, pues estoy desengañado de no hallarle aquí; y de quedarme yo no se ganaría sino perderme con ellos; mas lo mejor es que todos les busquemos el remedio, como yo lo haré en quanto me fuere possible, y quando aquí no le fuere, yré a buscarlo en España".


¿UN BANCO NACIONAL?, 1560. En 1560 tomó cuerpo el proyecto de crear un banco nacional, cuando Felipe regresó a España. Era una medida para disminuir el endeudamiento de la Corona, que estaba estrangulando la economía y la vida de los españoles, pero la idea, muy avanzada para la época, no se llevó a efecto sobretodo por la oposición de los banqueros privados, nacionales y extranjeros.


LAS CORTES, CONTRA LA VENTA DE LUGARES DE REALENGO, 1563. Las Cortes de 1563 protestaron contra la venta de lugares de realengo. Como 3 años después se mantuvo la misma reivindicación, el rey prometió finalmente que en adelante consultaría a las cortes sobre este tema.

El rey trató de justificar sus medidas con las grandes necesidades financieras que estaba teniendo la Corona: “las necessidades que se nos han ofrecido han sido tan grandes y tan urgentes, de cuya provisión y remedio dependía tanto el sustentamiento de nuestros Estados, que no habemos podido excusar de hazer las dichas enajenaciones” (…) “Y en lo de adelante está ya puesto el remedio y habemos prometido de lo así hazer, y que aquello  guardaremos y cumpliremos.”

Por su parte, las  Cortes advertían que “los gastos de vuestro real estado y mesa son muy crescidos”.


REFORMA MONETARIA, 1566, En 1566 se hizo una reforma monetaria para aumentar el valor del escudo de oro y se acuñaron varias especies de vellón rico.


PROBLEMAS CON LA EXPORTACIÓN DE LA LANA, 1572. Desde 1572 los piratas ingleses y holandeses cerraban en el Canal de la Mancha la ruta de la lana, con lo que afectaba seriamente la principal exportación española, pues el 75% de la lana se enviaba a los Países Bajos. Todo ello a pesar de que más del 80% de los buques que hacían la ruta entre el Norte y España eran holandeses. 


AUMENTO DEL IMPUESTO DE LA ALCABALA, 1573. En 1573 el gobierno elevó la tasa de recaudación indirecta, a pesar de que algunos miembros del Consejo de Castilla no estaban de acuerdo, tal como se vio en las sesiones periódicas entre 1573 y 1575. 

En las Cortes de 1573 las ciudades habían planteado recaudar más dinero si eran ellas las que administraban los impuestos de forma permanente. La Corona no estaba de acuerdo y sólo pretendía incrementar el impuesto de la alcabala, que era el impuesto más importante de Castilla, a lo que las ciudades respondieron con una propuesta de gravar la harina, artículo básico de consumo. Felipe argumentaba razones de política fiscal: "Y es claro de ver, quan mas justificado es hazerse con las alcabalas que con la harina. Porque la harina han de contribuir ricos y pobres, pues tanto come el pobre como el rico. Lo que no es en la alcabala, que paga cada uno segun la mucha o poca hacienda que compra o vende, de manera que el rico paga mas y el pobre paga menos".

En 1573 los gastos en los Países Bajos fueron cuatro veces los de 1566, millón y medio de ducados al año [56.250.000 euros]. Hubo motines y deserciones en las tropas desplazadas a la zona, que no cobraban sus salarios.


QUIEBRAS Y UN REY “QUE NO ENTIENDE NADA”, 1574. En 1574 fueron a la quiebra las más importantes casas de comercio de Sevilla. Al año siguiente, pasó lo mismo con las de la feria de Medina del Campo.

"No es posible sostenernos y yo no digo año sino meses", se desesperaba Felipe. En carta a Vázquez explicaba que se perderían los Países Bajos por falta de dinero: "Creo que se ha de acabar antes lo de Flandes por falta de dinero, como yo lo he temido siempre". En el terreno financiero, Felipe ya no sabía qué hacer; a una propuesta de un banquero genovés, decía que no tenía ni idea de economía: "pareceme que dice bien algunas cosas, aunque las deve de entender mejor que yo, que no las entiendo nada". En 1576 Felipe rehusaba revisar documentos financieros con el pretexto de que no era un experto en finanzas: "Ya sabeis que yo no entiendo esta materia".

La deuda en Flandes era de 4 millones de ducados [150 millones euros], es decir, los dos tercios del presupuesto de ingresos anual de España. Cada mes los gastos en los Países Bajos eran de más de 600.000 ducados [22 millones y medio euros], la mayor partida del presupuesto. En Flandes se gastaban 10 veces lo que costaba la defensa de la Península y 20 veces los de la casa real y el gobierno. 


SEGUNDA BANCARROTA, 1575. En 1575 se declaró la segunda bancarrota del reinado de Felipe II, con una deuda de 37 millones de ducados [1.388 millones euros]

Se mantuvo el compromiso de hacer frente a las deudas largo plazo. Afectó sobretodo a los banqueros genoveses, que tuvieron que conceder nuevos préstamos si querían recuperar los que estaban vigentes. Sin embargo, se mantuvo al margen de esta bancarrota a los Fugger y a los Spinola, como una forma de poder disponer de prestamistas “limpios” para futuras operaciones. La repercusión de esta crisis en los mercados financieros, y especialmente en Amberes y Génova, fue muy grande.


SUBIDA DEL IMPUESTO DE LA ALCABALA, 1576. En 1576 hubo nuevas sesiones de Cortes, pero no se llegó a un acuerdo hasta el año siguiente. Se subiría el importe de la alcabala durante 4 años y luego se volvería a estudiar el tema. Muchas ciudades se negaron a aplicar la subida y se produjeron algunas protestas. La alcabala ya nunca más se modificó.


LA POPULARIDAD DEL REY ESTABA POR LOS SUELOS, 1577. En julio de 1577 se colocaron octavillas criticando al monarca en las puertas de los principales edificios públicos de Toledo. En Madrid se hicieron famosas las profecías apocalípticas de Miguel de Piedrola Beamonte.

Felipe pidió a su limosnero mayor, Luis Manrique, un informe sobre la situación que vivía el país. El informe fue demoledor: el rey vivía fuera a la realidad, la miseria era general y había que reducir la carga impositiva. El rey "de industria se habia poco a poco echo inaccesible y metidose en una torre sin puertas y sin ventanas" y no era consciente de "el tener a sus subditos descontentos, y no ser señor de sus coraçones"; las gentes ya no pueden más, pues "andan los hombres tristes, prometiendose que de todo se ha de perder"; había que bajar los impuestos, ya que "dende muy poco tiempo no tendria V.Mgd. hacienda ni vasallo, que todo acabaria".

En una carta privada del jesuita Pedro de Ribadeneira, se dice que los españoles están "amargos y desgustados y alterados contra Su  Magestad", que ya no era "ni tan amado ni tan señor de las voluntades y coraçones de sus subditos".

Como ejemplo de hasta dónde llegaba la presión fiscal, tenemos que en 1577 en Castilla se recaudaron por impuestos un 50% más que 10 años antes a pesar de que fue un año de sequía y malas cosechas.


PRÉSTAMOS A INTERESES PROHIBITIVOS, 1577. En 1577 se acordaron nuevos préstamos con los banqueros genoveses a un tipo de interés prohibitivo para España.

La deuda a largo plazo se consolidó llegando a una amortización entre los 70 y 80 años. Se recurrió una vez más al sistema de juros, que se entregaban a los acreedores al 7% anual como compromiso de devolución de la deuda. La condición fue que el dinero se iría devolviendo según las posibilidades de liquidez y con el aval de los metales americanos.

Entre 1576 y 1588 España usó la intermediación financiera de Simón Ruiz para hacer pagos, cobros y préstamos con letras de cambio. Simón Ruiz era un renombrado banquero de Medina del Campo.


LOS GASTOS DE PORTUGAL Y DE LOS PAÍSES BAJOS, 1583. Cuando Felipe regresó de Lisboa, convocó Cortes que comenzaron en 1583 y terminaron en 1585. En una de las sesiones los procuradores juraron fidelidad al príncipe Felipe, hijo de Felipe II y heredero, que entonces tenía 6 años. La deuda del Estado estaba a niveles nunca vistos, debido a los gastos de la anexión de Portugal.

Por otra parte, la guerra en los Países Bajos costaba ahora 3 millones de ducados al año [113 millones euros] y se estaban produciendo amotinamientos de los soldados cuando no cobraban, lo que sucedía con demasiada asiduidad. 

La deuda del Estado estaba a niveles nunca vistos, debido a los gastos de la anexión de Portugal


PROBLEMAS DE ABASTECIMIENTO, 1584. Había que contar con las epidemias, sobre todo en Andalucía, que diezmaban población y cosechas. Hubo problemas de abastecimiento. En 1584 la población de Madrid pasó muchas estrecheces, con mucha escasez de productos y con una inflación que no daba tregua. En un decreto se hablaba de "la grande necessidad de pan, y esterilidad de este año, y la necessidad que padecen los pobres". Se trajeron granos a la capital desde otras localidades de la provincia.

En 1589 el rey se hacía eco de nuevos problemas de abastecimiento de alimentos: "en mucho cuidado me ha puesto la esterilidad del año y lo que estos dias he visto de los campos [...]. La necesidad ya se ve [...]". Por eso, "ha dias que mandé escribir a Sicilia para saber lo que allí hay". A Sicilia se recurría cuando en España había escasez de grano.

En 1590 la situación empeoraba: "gran grita dize que anda en Madrid de falta de pan, en tiempo que nunca tal se ha visto", escribía el monarca. Los oficiales se quedaban con el poco pan que circulaba "y que curan poco de que los pobres se mueran de hambre".


MÁS GASTOS POR EL DESASTRE DE LA ARMADA INVENCIBLE, 1589. En las Cortes, en febrero de 1589, se tuvieron que tomar medidas para hacer frente al desastre de la Armada Invencible. Había que reconstruir la flota española y ello hacía necesarios nuevos impuestos aunque la crisis económica se hiciera insostenible. Se aprobó un nuevo impuesto, los “millones”, que fue tremendamente impopular y desató una muy fuerte oposición.


LA GENTE NO PUEDE MÁS, 1591. Vázquez, secretario del rey, le dijo en 1591 que ya no quedaba gente ni trabajos sobre los que aplicar los impuestos y que los ministros rehuían de cumplir sus  obligaciones, tal era la crisis que se estaba viviendo: "aca se va la gente acabando, con que se va muy apriesa acabando la labranza y criança, ni atender los ministros a muchas cosas que tocan a la conciencia, a la justicia, al govierno y a la satisfacion publica". Y añadía que el descontento se extendía entre la población: “Esta el pueblo lleno de vozes, diziendo muchas las cosas que no van bien [...] Ay voces y lagrimas y mucho temor de grandes castigos del cielo".

Felipe veía las dificultades, pero era incapaz de aplicar remedios: "No son materias estas para poder descuydar dellas quien tiene el cuydado que vos sabeis de lo que esta a my cargo, pues a nadie le duelen mas ni va tanto en ellos como a mi. Pero, juntamente, tienen mucha mas dificultad de la que las gentes piensan". Hasta el confesor del rey le aconsejaba que bajara la presión fiscal sobre su pueblo.

En Madrid en 1591 se produjo un intento de rebelión popular, con 2,000 personas, que protagonizaron un intento de motín. Todo se saldó con arrestos y ahorcamientos de los dirigentes del movimiento. En otras ciudades aparecieron octavillas denunciando la nueva carga impositiva, como es le caso de Sevilla.

En Ávila, en octubre, se colgaron pasquines en los edificios públicos más importantes: "España, España vuelve en ti y defiende tu libertad, y tú, Felipe, conténtate con lo que es tuyo y no pretendas lo ajeno", se decía en ellos. Fueron arrestadas 7 personas y una de ellas, de condición noble, ejecutada.

También se vivieron serios problemas en Zaragoza en 1591. Había como fondo, además, el resentimiento con Castilla a raíz del tema de Antonio Pérez y el recorte de las libertades aragonesas.

El noble más importante de Valencia, el duque de Gandía escribía al rey presentándole un panorama poco estimulante: "si esto de Aragon parece adelantarse por vía de rompimiento [se refiere al conflicto con Aragón a raíz del tema de Antonio Pérez], no me aseguro mucho de los de Castilla, porque no solamente se contentan en echar a borbollones por la boca lo que estan quejosos de las cargas y pechos que le han puesto estos ultimos años, pero aun lo publican con carteles que me dicen que han puesto en Sevilla y Avila, y VS sabe el movimiento que hicieron en Madrid. También suplico considere [...] qué seguridad habrá de que estaran quietos los Portugueses, y como pueden ir las cosas de Italia. Las demas cosas de Flandes, Francia e Inglaterra, ellas mismas dicen quan poco ha menester el Rey buscar mas guerra".

Una carta de una mujer que vivía en México pedía a su hermana residente en España que marchase al Nuevo Mundo para escapar de "aquella pobreza y necesidad que sufre la gente de España".


EPIDEMIAS Y PÉRDIDAS DE COSECHAS EN LOS AÑOS 90. En los años 90, a la crisis económica se unió una serie de epidemias y de malas cosechas. En 1596 apareció la viruela en Castilla, a la vez que en Santander había estallado la peste. En Andalucía no había alimentos a causa de la sequía. En 1594 se perdieron las cosechas y, después de un repunte en los dos años siguientes, de nuevo se perdieron en 1597, lo que se volvió a repetir en 1598 en Castilla y Andalucía. En Castilla hubo protestas pidiendo que se abolieran los “millones”. Muchos campesinos no pagaban los impuestos porque no tenían ni siquiera para comer..

Un funcionario de la Corte escribía: "De muchos años a esta parte la esterilidad de los tiempos ha sido tanta, que se han padecido hambres y trabajos por falta de pan".

Un informe del Consejo de Hacienda: "la lastima que era ver andar por aqui tantos labradores y concejos pidiendo sus deudas".


LAS CORTES REACCIONAN CONTRA LOS IMPUESTOS, 1593. En 1593, un procurador de Burgos, Jerónimo de Salamanca, se quejaba de la guerra de los Países Bajos: "La de Flandes, en veinte y siete años que ha comenzó, y cuan poco se ha mejorado el estado de ella hasta oy". Las guerras, añadía, han sido la "causa de haberse llevado a poder de nuestros enemigos todas las riquezas que han venido de las Indias, y la sustancia destos Reynos". Otros procuradores de Sevilla, Cuenca y Madrid se manifestaron en el mismo sentido. Cuando se votaron las propuestas del gobierno, el resultado fue que un tercio de los 35 procuradores lo hicieron en contra.

En estas Cortes se hicieron unas propuestas como nunca se habían visto en todo el reinado de Felipe II. Planteaban que mientras las Cortes estuvieran reunidas, el rey debería legislar únicamente a través de ellas y que las leyes aprobadas en Cortes sólo podían ser revocadas en Cortes y, asimismo, que sólo las Cortes podían votar nuevos impuestos. En ningún país de Europa se hicieron planteamientos tan avanzados en aquella época.

Las Cortes de Castilla se opusieron a que se gravara a la población con más impuestos desde 1592 a 1601, y pedían al monarca que "con mucha instancia antes de tratar a otra cosa, se sirva mandar moderar los gastos de la guerra". Un diputado de las Cortes manifestaba que "aunque las guerras de Flandes e Inglaterra y Francia son santas y justas, se debe suplicar a vuestra magestad que cesen en la forma en que se pudiera". En estas últimas Cortes que celebró Felipe, los diputados plantearon la retirada de los ejércitos de Flandes y la paz con Francia e Inglaterra.

La reacción de Felipe II fue la de sentirse atacado por las Cortes y, además de hacer caso omiso a sus recomendaciones, mandó que fueran amonestadas. Él era un rey con larga experiencia de gobierno y sólo hacía lo más conveniente a su reino; nadie si no él entendía de la gobernación de España. A través de un ministro hizo saber a los procuradores que "los diputados, pues, pueden y deben fiar de mí y del amor que tengo a estos reynos y larga experiencia del gobierno de ellos, que siempre hago lo que más conviene en beneficio de ellos, y en esta conformidad les hablé largo... con aconsejarles que por ningún caso traten de venirme con semejante respuesta".


LA TERCERA BANCARROTA, 1596. En los años finales del reinado de Felipe II, la llegada de metales americanos sólo cubría un 25% de los gastos de la Corona y tampoco los impuestos castellanos equilibraban el presupuesto, a pesar de la puesta en práctica de los “millones”. El endeudamiento era inevitable, como inevitables eran las bancarrotas. La última de Felipe II fue la de 1596, con la consecuencia de que hubo que renegociar los préstamos. Una vez fallecido Felipe II, hubo nuevas bancarrotas en 1607, 1627 y 1647.

El desánimo se extendía en las áreas de gobierno. Para el secretario de Guerra "todo está de manera que quita la gana de travajar y servir, ver como y por donde se camina".

La primera bancarrota de 1557 afectó principalmente a España. Pero las dos bancarrotas que la siguieron, en 1575 y 1596 sacudieron a la economía europea en sus mismos cimientos. No se había vivido una cosa igual en la historia de la Humanidad. Nos cabe el triste honor a los españoles de haber inventado la suspensión de pagos.

En los años finales del reinado de Felipe II, la llegada de metales americanos sólo cubría un 25% de los gastos de la Corona y tampoco los impuestos castellanos equilibraban el presupuesto.