- La España de Felipe II


Capítulo 9. América


SISTEMAS DE TRABAJO IMPLANTADOS EN AMÉRICA: RELACIONES FEUDALES Y ESCLAVITUD



LA COLONIZACIÓN SE EQUIPARABA A LA RECONQUISTA. La colonización se basó en los mismos criterios jurídicos y económicos de la Reconquista. De la misma forma que en España se había conquistado el territorio de los musulmanes, en América se estaba conquistando el territorio de los pueblos indígenas. América se convirtió en una sociedad señorial, con lo que quedó apartada del desarrollo económico y la modernidad que se estaban dando en algunos países de Europa. Ello traerá nefastas consecuencias en cuanto a miseria, atraso y diferencias sociales en América Latina, que aún se arrastran hasta hoy día.

A diferencia de otras naciones colonizadoras (ingleses, por ejemplo), la presencia española en América dio lugar al mestizaje.

La colonización se basó en los mismos criterios jurídicos y económicos de la Reconquista.


LOS “REPARTIMENTOS” DE MANO DE OBRA INDÍGENA. A los colonos se les hacía el “repartimento” de las tierras y de la mano de obra indígena con el pretexto de que así estas gentes serían protegidas y evangelizadas en la fe verdadera. 

Pero a nadie se le escapaba que el “repartimento” en realidad era simplemente una forma de explotación salvaje e inhumana. Cuando Felipe II residía en Londres en 1554 debido a su reciente matrimonio con María Tudor, reunió una junta de 12 especialistas para debatir el tema durante 3 días. Los intereses eran tan encontrados que dos de los participantes casi llegaron a la pelea física. Según Felipe, las conclusiones de la junta no ofrecían ninguna novedad, ya que "parece que la mayor parte de los unos y los otros concurren en que se deve e puede hazer lo del dicho repartimiento a perpetuidad, y que ningun otro remedio ay para conservarle e pacificacion de aquellas tierras".

Felipe no tomó ninguna decisión y las discusiones se prolongaron dos años más. Finalmente, en 1556, el monarca se inclinó totalmente a favor de los colonos, ya que éstos le habían ofrecido 5 millones de ducados en oro [187 millones y medio euros], un motivo de peso para ponerse de lado de los explotadores, pues "no me pudiendo socorrer de otra parte para pagar lo mucho que se debe". Anteriormente, Felipe defendía las tesis de Bartolomé de las Casas, de protección y respeto por los indios, que «los indios sean enseñados y vivan en paz», pero, a la hora de la verdad, se ponía al lado de los explotadores. Tenía 5 millones de razones para hacerlo.

Carlos V no estaba de acuerdo con la decisión de Felipe, ya que se mantuvo siempre muy cercano a la postura de Bartolomé de las Casas, como una forma de lavarse la conciencia ante las atrocidades que se estaban cometiendo, pues nunca tomó medida correctora alguna. Escribió: "Yo nunca he estado bien en esto, como sabe, y lo he querido siempre escusar". Se negaba a firmar tal disposición y Felipe tenía que esperar a ser rey; entonces "lo podra hazer a su voluntad y como cosa cuya, y firmar los despachos, y a mi me quitará deste escrupulo".

Felipe se distanciaba cada vez más de Bartolomé de Las Casas, pero siguió manteniendo un profundo respeto por él. En una Real Cédula de 1560 se ordenaba que "teniendo consideracion a lo que fray Bartolome de Las Casas sirvió al Emperador, y me ha servido y sirve a mí es nuestra voluntad que todo el tiempo que residiere en esta mi corte, sea aposentado en ella conforme a la calidad de su persona".


LA ENCOMIENDA Y LA MITA. La encomienda era una forma de relación feudal, heredada de la Reconquista. Se utilizó para el trabajo agrícola y consistía en que un grupo de indígenas se entregaba (“encomendaba”) a un colono para que los protegiera y les instruyera en la fe católica.

La mita era una forma de organización del trabajo que se utilizó sobre todo en las minas. Tomaba como referencia una costumbre indígena de trabajo comunal gratuito.

En realidad, en ambos casos, se trataba de someter a los indígenas a la mayor explotación, aunque ello supusiera acabar con la vida de muchos de ellos. La Corona reaccionó con diversas disposiciones que trataban de poner un poco de orden en la realidad americana. 

Es el caso de las Nuevas Leyes de 1542, pero el efecto de todas las disposiciones fue nulo. La voluntad de rey “se obedece, pero no se cumple”, decían los colonos. El trabajo de la encomienda es equiparable al trabajo forzado. La resistencia o la falta de productividad podía ser castigado con la muerte.

Los indios encomendados en cada caso no podían ser más de 300, en una cantidad que dependía del rango del colono. La encomienda duraba 2 ó 3 años o de por vida y los colonos tenían que pagar una cantidad en oro anual por cada indio. En 1536 se estableció que la encomienda podía durar dos vidas, es decir, para el encomendero actual y su heredero, lo que en realidad estaba ocurriendo en la práctica. Según el cosmógrafo López de Velasco en 1574 había 32,000 casas de españoles, de las que unos 4,000 eran encomenderos con 1,500,000 indios en 3,700 repartimentos. En 1631, León Pinedo nos cuenta que las encomiendas rentaban 966,228 ducados [36.233.550 euros].

Las encomiendas entraron en crisis a finales del siglo XVI debido a la crisis demográfica que provocaron, puesto a que se llegó a un punto que no quedaban indios vivos que encomendar. 

Simplemente, los indígenas morían debido a las condiciones de trabajo. En algunos lugares, como Yucatán y Chile, se mantuvieron las encomiendas hasta el siglo XVIII. Como alternativa, se implantó paulatinamente la esclavitud de población africana, y también, en menor medida, el trabajo asalariado y el arrendamiento.

Los caciques y jefes tribales eran los intermediarios en la encomienda, los que proporcionaban a los indígenas que iban a trabajar según esta figura. La ley les eximía a ellos de ser encomendados. También los mestizos estaban fuera de la encomienda, ya que tenían un origen de padre blanco español. 

Por si fuera poco, los indios entre los 18 y los 60 años debían pagar un “tributo” en especie: metales, maíz, trigo, carne de cerdo. La población era previamente empadronada y los visitadores de las Audiencias fijaban el importe del “tributo” en cada caso.

El origen de la palabra “mita” es quechua y se aplicaba en época inca en las obras públicas (caminos, puentes, edificios públicos). Bajo el dominio español, la mita fue una forma de trabajo prácticamente gratuito que se utilizó en distintas actividades: agrícola, ganadero, minero, doméstico… con una duración variable: 15 días para el servicio doméstico; 3 ò 4 meses para los pastores; un año o más para la minería.

Los colonizadores aplicaron la mita sobre todo para el trabajo de las minas de Potosí. Un total de 13,500 hombres en tres turnos de algo más de 4,000 personas cada uno trabajaban en las minas y recibían a cambio un pequeño salario, del que se deducía la parte que el indio debía pagar a la Corona como “tributo”, mientras que las comunidades indígenas eran las que tenían que aportar la comida. Al cabo de unos años, debido a la debacle de población que la mita ocasionó, el trabajo de las minas tuvo que hacerse con esclavos negros.

La Corona ordenó que sólo se empleasen en la mita a los indios entre los 18 y los 50 años, aunque la medida no se siguió en ningún caso. Pagando una cierta cantidad, se evitaba trabajar en la mita, algo que sólo estaba al alcance de los sectores más pudientes de los indígenas. Se trabajaba de las 10 de la mañana a las 4 de la tarde en invierno y de sol a sol en verano. En la minería, donde la mita fue particularmente agotadora e inhumana, se distinguía entre los que entraban en los pozos, los que llevaban el mineral y los que lo beneficiaban.

En un discurso en Salamanca en 1579, fray Luis de León manifestaba que los colonos estaban "cometiendo grandes asesinatos y exterminando pueblos y hasta razas enteras". La mita no fue abolida hasta 1812 por las Cortes de Cádiz.


LA ESCLAVITUD. La gran mortandad que se estaba produciendo en América ponía en peligro la continuidad de las remesas de metales preciosos. La caída de la población trajo como consecuencia que se tuvieran que traer esclavos de África y que se esclavizara a los indios caribes, naturales de las islas del Caribe. 

Fue un nuevo cambio de opinión del monarca, pues un año antes de comenzar la traída de esclavos africanos, Felipe había ordenado paralizar este comercio siguiendo la opinión de teólogos españoles, que mantenían que ésta era una actividad inmoral.

De esta forma, durante el reinado de Felipe II se sustituyó la mano de obra indígena por la esclava negra en las Antillas y también fue notable la presencia de negros en las costas de Colombia y Venezuela. En las Antillas había desaparecido prácticamente la población autóctona, debido a las condiciones extremas de trabajo a que eran sometidos y a que el contacto con los blancos les había transmitido enfermedades que su sistema inmunológico no podía hacer frente.

La esclavitud de gentes africanas había comenzado en tiempos de los Reyes Católicos. El motivo era que los indígenas eran “floxos” (flojos) y por ello había que buscar trabajadores que rindieran más. 

Encontramos textos como éste de Fernando el Católico: “Y porque los indios son floxos para romper piedras, métanse todos los esclavos en las minas, que ya mando a los oficiales de Sevilla que os envíen los cincuenta esclavos”. Isabel la Católica autorizó la esclavitud africana en 1501.

Hacia mediados de siglo XVI la población de las Antillas era ya mayoritariamente negra. El marino Pedro Menéndez de Avilés, en 1558, en carta a Felipe II decía que “en la isla española de Santo Domingo hay pasados de cincuenta mil negros y negras y no hay cuatro mil españoles”. Esta abrumadora mayoría de los negros sobre los blancos era un peligro y para evitarlo lo mejor era el terror: “Y a los negros, si estuvieren de mala suerte, se usará con ellos toda crueldad” (…) “Y para el temor de delante se use con ellos la crueldad que a Vuestra Magestad le parezca”.

Particularmente en la isla de La Española se produjo el enfrentamiento entre lavadores de oro y plantadores de caña, ya que el personal era cada vez más escaso. Ello desató una verdadera caza del indígena, que acabó con la vida de sus habitantes debido a las condiciones de trabajo a que eran sometidos. A partir de ahí, se planteó su sustitución por población negra proveniente de África. 

Muchos de los negreros eran portugueses, dada la presencia de Portugal en el continente africano. El listado de estos personajes tenebrosos contiene los nombres de Pinto de Almeida, Alfonso Bocarro, Francisco López Correa, portugueses, Pedro de Villamor y Cristóbal Rodríguez Muñoz, españoles, Hans Heventrot, alemán y otros italianos. El contrato de Gómez Reynel de 1595 con la Corona le autorizaba a traer 4,250 esclavos de África en 9 años pagando a la Hacienda española 100,000 ducados [3.750.000 euros]. 

La mayoría de los esclavos morían en la travesía ya que el viaje se hacía en las bodegas, hacinados peor que animales. Sobrevivían los más fuertes, no en vano el “negro bozal” se equiparaba a 4 indios en cuanto a su rendimiento en el trabajo. Los que llegaban vivos eran vendidos a 40 ducados [1.500 euros] cada uno, mientras que en las regiones más apartadas de los puertos el negro de entre 20 y 30 años llegaba a costar entre 400 y 500 pesos. Los negros más jóvenes y las mujeres salían más baratos. El primer puerto de tráfico de esclavos fue Cartagena, en la actual Colombia. 


Las Nuevas Leyes de 1542 trataron de poner algún freno a la explotación de los indígenas americanos, la voluntad de rey “se obedece, pero no se cumple”, decían los colonos. 


Se declaraba un tonelaje inferior al real para pagar menos impuestos, aplicando una licencia del 10% del tonelaje para cubrir las “pérdidas” que suponía la muerte de africanos en el viaje. El cálculo se hacía equiparando un esclavo a una tonelada, cálculo acertado teniendo en cuenta las cargas de víveres y agua y la duración del viaje, entre 6 y 8 semanas. Además, se cargaban otras mercancías para rentabilizar aún más la travesía. A la llegaba a puerto, los negreros declaraban un número superior al real de esclavos muertos en la travesía y así los beneficios eran mayores. 

Los esclavos procedían mayoritariamente Angola y también de Cabo Verde, Santo Tomás y Congo. Una vez capturados, eran llevados a las factorías portuguesas de la costa, establecidas de Guinea a Mozambique. Los hombres y mujeres estaban normalmente en la proporción 2 a 1 y la preferencia era de gentes que se consideraba que estaban entre los 18 y los 22 años.


ENFERMEDADES, GUERRAS Y TRABAJO FORZADO. Además de las condiciones de trabajo, el “choque microbiano” fue el otro motivo que causó estragos en la población americana. La viruela, la  gripe, el sarampión, el cólera, la malaria, la tuberculosis, el tifus y otras eran enfermedades desconocidas para los indígenas y su sistema inmunológico no pudo hacer nada contra ellas. En contrapartida, la sífilis es una aportación americana que se propagó a partir de 1494 desde el sur de Italia, territorio que pertenecía a la Corona de Aragón.

Para Cook y Borah, de la universidad de California, en 30 años murieron 20 millones de indígenas en Mesoamérica. Un siglo más tarde sólo quedaba el 3% de la población inicial. En México la población pasó de 25,2 millones de personas en 1518 a 700 mil en 1623. México no volvería a tener la población anterior al descubrimiento de América hasta 1960. En Perú, de 6 millones de personas en 1530 pasaron a 2 millones a finales de siglo. 

En la Florida había 700,000 indígenas en 1520, de los que sólo quedaban unos 2,000 en el año 1700. El descenso de población fue muy acusado en las Antillas y por ello se recurrió a la importación de esclavos de África, dando con ello origen a la trata de negros, que duraría hasta el siglo XIX.

En total, entre el 90 y el 95% de la población desapareció en 200 años. La viruela, las guerras de conquista y el trabajo forzado tienen que ver con este genocidio. La población en la América hispana era de 70 millones de personas antes del descubrimiento. 

Unos 150 años después sólo quedaban 3,5 millones. Steven Katz comenta en su libro “El Holocausto” que “muy probablemente se trata del mayor desastre demográfico de la historia: la despoblación del Nuevo Mundo, con todo su terror, con toda su muerte”.

El historiador peruano Villanueva Sotomayor dice que: “Todo indica que el Tahuantinsuyo tenía quince millones de habitantes. En los tiempos de la Colonia la población indígena disminuyó drásticamente. En efecto, en 1620 la población llegaba sólo a los 600 mil habitantes. De 1532 a 1620, había 14.400.000 habitantes menos, en apenas 88 años.

“La disminución media por década fue de 1.655.172 habitantes. 

“Por año: 165.517 habitantes.

“Por día: 453 habitantes.

“Todo esto, sin tener en cuenta el crecimiento vegetativo de su población. Los derechos de los indios no fueron tomados en cuenta para nada. A ningún conquistador le interesó velar por los naturales. El Consejo de Indias había dado un Código del Trabajo del Indígena Americano, que decía: "Los indios son libres. En consecuencia nadie que ejerza autoridad sea osado de cautivar indios naturales de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, así en tiempo y ocasión de paz como de guerra. Los indios e indias tengan, como debe, entera libertad para casarse con quien quisieran, así con indios como con españoles, y que en esto no se les ponga impedimento. Los indios pueden libremente comerciar con sus frutos y mantenimiento, así con los españoles, como con otros indios. Ordenamos y mandamos que sean castigados con mayor rigor los españoles que injuriaren u ofendieren o maltrataren a indios, que si los mismos delitos se cometieren contra españoles".

"Cada una de esas cuatro disposiciones fue letra muerta, lírica declaración.”