- La España de Felipe II

Capítulo 26.


La personalidad de Felipe II


Las descripciones de sus contemporáneos sobre el carácter de Felipe II nos hablan de un hombre taciturno, reservado, tímido, inseguro, depresivo y muy religioso. Era poco hablador, pero le gustaba escuchar a sus interlocutores. No era muy buen orador y hablaba en voz muy baja, “en voz tan baja, que nosotros, hallándonos muy cerca, no pudimos oírla”, según se decía. Pfandl, miembro de la Corte y defensor de Felipe, lo presenta como hombre distante, que "su sonrisa cortaba como una espada" y que "entre la sonrisa y el cuchillo del rey no hay ni la distancia de dos dedos".

Las descripciones de sus contemporáneos sobre el carácter de Felipe II nos hablan de un hombre taciturno, reservado, tímido, inseguro, depresivo y muy religioso.


Una descripción sobre sus primeros años hace referencia a los temores por su salud y a sus problemas de ansiedad (“lejanía melancólica”). “Tan delgado y frágil, con la piel tan blanca, los ojos de un azul tan claro y el pelo tan rubio que parecía albino, hijo de la Luna. Ninguno de los razonables temores sobre su salud se cumplieron y se convirtió en un joven de estatura mediana tirando a baja, talle esbelto, andar erguido, hablar pausado, sonrisa blanca, elegante y sencillo en su atuendo, cuidadosisimo de su higiene, con un talante amable, gentil, y un punto de lejanía melancólica”. 

Tenemos abundante documentación de los embajadores venecianos que nos hablan de cómo era Felipe y qué vida llevaba. Su salud no era muy buena (años 50): "Padece del estómago y de los intestinos y por ello ha comenzado a salir mucho de casa por consejo de los médicos. Abusa de ciertos manjares y sobre todo de dulces y pastas (...). Su costumbre es comer solamente alimentos altamente nutritivos, y se abstiene del pescado, la fruta y comestibles similares, que tienden a producir humores malos." 

El color negro en su vestimenta fue el color que más usó en su vida.