- La España de Felipe II
Capítulo 26.
UN REY TRABAJADOR
El embajador veneciano Federico Badoaro, en 1558, nos presenta un Felipe muy religioso, trabajador, tímido, con gustos culturales, que pretende rodearse de buenos colaboradores pero luego no confía en ellos. “Oye misa todos los días y asiste al sermón y a las vísperas de todas las fiestas solemnes... Trabaja mucho, a veces demasiado si se tiene en cuenta la debilidad de su complexión. Lee los memoriales y discursos que se le envían, así como las peticiones que recibe de todo el mundo. Presta atención a lo que se dice, pero de ordinario no mira a la persona que le habla... Apenas se levanta, concede audiencia durante una hora, y algunos momentos después de comer. Por la tarde, antes de la cena, le lee Gonzalo Pérez, su secretario, las cartas importantes que llegan y a veces le da cuenta, en extracto de su contenido. Asiste al Consejo de Estado cuando se trata de deliberar sobre asuntos de importancia, y con cualquier motivo hace llamar a los consejeros o secretarios y a menudo a los consejeros de justicia. Desea que los cargos sean siempre desempeñados por hombres de talento y de experiencia, pero acerca de su fidelidad muestra siempre más desconfianza de la que convendría... Le gusta el estudio y lee especialmente libros de historia. Conoce la geografía y tiene nociones de escultura y de pintura, agradándole ejercitarse en estas dos artes....”.
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Felipe seguía una rutina diaria. |
El embajador veneciano Antonio Tiérpolo, en 1567 resume la agenda diaria del rey: lento en la toma de decisiones, no asistía a las reuniones de los consejeros, no se fiaba de ellos y todo lo pedía por escrito. “Es lento por naturaleza, por temperamento y también por el deseo de observar en sus cosas una gran dignidad. Se sigue de esto que escucha con paciencia. Es agradable a los que con él, porque acompaña sus respuestas de una sonrisa amable. Tiene gran memoria y es muy piadoso... El rey da audiencia a los embajadores por la mañana, un poco antes de salir para oír misa en la capilla; después come en público; más tarde recibe, con gran benevolencia las súplicas que se le presentan, y que después de haber sido vistas por algunos de sus ayudas de cámara son enviadas al secretario del Consejo, que no tiene otra misión que expedirlas”.
El método de trabajo de Felipe era el siguiente, según el embajador italiano: “Despacha en esta manera. Sentábase Su Majestad a su mesa, donde llegaba el Secretario con los papeles. Y sentándose en un banquillo hacía relación a Su Majestad de lo que contenían las cartas y memoriales reservados de cosas graves. Y entendido por Su Majestad, mandaba en cada cosa lo que era servido. Y advirtiendo el Secretario lo que se le ofrecía, asentaba allí luego en un borrador las deliberaciones que tomaba Su Majestad, y después formaba de ellos billetes para los Presidentes o Ministros a quien tocaba de parte de Su Majestad... Y si el negocio era grave, conforme a la calidad de él, iban los billetes escritos de mano del Secretario y rubricados de la de Su majestad... Las consultas las despachaba Su Majestad en esta forma: que leía el Secretario lo sustancial de ellas con el parecer del Consejo, y Su majestad habiendo entendido lo que contenían tomaba la resolución en cada una que mejor le parecía, en presencia del Secretario. Y ésta la escribía el Secretario en un papel aparte, y después, con las más breves, claras y sucintas razones ponía en las mismas consultas, en cada una, un decreto de su mano, que después rubricaba Su Majestad de la suya”.
Un miembro del séquito del embajador veneciano Antonio Tiépolo, en 1572: el rey es un hombre sencillo, depresivo (“melancolico”) y solitario, recurre a sus Consejos pero tiene la última palabra, muy trabajador. “S.M. es muy moderado en su manera de vivir... Su carácter es melancólico, pero sus maneras son tan agradables que todo el que habla una sola vez queda encantado para siempre. Detesta a los hombres viciosos y los castiga con severidad... Recompensa con liberalidad a sus servidores, aunque lo hace con lentitud... Muestra en todos los asuntos un juicio admirable y tiene una memoria tan feliz, que se dice que cuando ha visto u oído alguna vez a alguien, inmediatamente la reconoce y recuerda su nombre. A pesar de ello, desconfía de su propio juicio y nada hace ni decide sin contar con el Consejo a quien corresponde el asunto, pues tiene varios; pero no se despacha ninguna resolución aunque sea de poca importancia, sin que sea conocida y aprobada por él... Le gusta vivir aislado y solitario y muchas veces se retira al Pardo, al Escorial y a Segovia, lugares de recreo, sin que por ello deje de examinar y decidir todos los asuntos de Estado”.
Descripción de 1577. Destaca por ser muy trabajador y metódico, algunos problemas de salud y le gusta la caza. “Se ocupa de los asuntos sin descanso y en ello se toma un trabajo extremado porque quiere saberlo todo y verlo todo. Se levanta muy temprano y trabaja o escribe hasta el mediodía. Come entonces, siempre a la misma hora y casi siempre de la misma calidad y la misma cantidad de platos. Bebe en un vaso de cristal de tamaño mediocre y lo vacía dos veces y media. (...) Sufre algunas veces de debilidad de estómago, pero poco o nada de la gota. Una media hora después de la comida despacha todos los documentos en los que debe poner su firma. Hecho esto, tres o cuatro veces por semana va en carroza al campo para cazar con ballesta el ciervo o el conejo."
El embajador veneciano Lorenzo Priuli, en 1577. Felipe trabaja mucho y quiere controlarlo todo. “Se ocupa de los asuntos sin descanso y a veces con gran fatiga, puesto que quiere verlo y saberlo todo. Se levanta temprano y trabaja o escribe hasta mediodía en que come siempre a la misma hora, y casi siempre la misma calidad y la misma cantidad de manjares... Media hora después de comer despacha todas las súplicas que tiene que informar y todos los mandamientos, cédulas, cartas y demás documentos que deben llevar su firma. Tres o cuatro veces por semana va en carroza al campo para cazar a la ballesta ciervos o conejos. Visita a la reina [Dª Ana de Austria] tres veces al día; por la mañana, antes de la misa; durante el día, antes de comenzar su trabajo, y por la noche en el momento de acostarse... Fue educado con el esplendor y la grandeza que convenían al poderío y a la calidad de su padre, así como a la altivez de su madre, que era portuguesa”.
Método de trabajo, años 80, según su secretario. Le recomendaba que delegase funciones. “Lo primero es ordenar y disponer el tiempo repartiéndolo de manera que se desocupe Vuestra Majestad de cosas menores, por dar lugar a las mayores, y para esto es necesario tomar más del día levantándose Vuestra Majestad sus oraciones y en eso se puede gastar hora y media. Y desde las nueve y media hasta las once (por lo que toca a la salud de Vuestra Majestad, que es lo más importante), paseándose blandamente puede oír a dos ministros de los Consejos que Vuestra Majestad mandase, señalandoles aquella hora cada día para resolver cosas que a los tales ministros competan. A las once coma Vuestra Majestad y descanse hasta la una, y de una a las dos reserve Vuestra Majestad para oír tratar cosas de su gusto que sean de gobierno y sea despachar negocios. De tres a cuatro de Vuestra Majestad audiencia cada día, que es cosa de mucho despacho siendo continua y ordinaria, y desde las cuatro hasta las seis negocie Vuestra Majestad con otros dos ministros o tres, de diferentes Consejos, o con uno resolviendo de palabra los negocios.
Desde las seis hasta las nueve escriba Vuestra Majestad y lea los papeles que conviniere para despachar otro día. A las nueve cene y se entretenga con cosas de gusto hasta las diez y media, y lo que quedare hasta las once sea para examen de su conciencia. Y desde las once hasta las seis de la mañana, duerma, que son siete horas, y desde las seis hasta las ocho, que son dos horas, estando en su sosiego considere y piense en las cosas que ha leído la noche antes para despacharlas el mismo día, o en cosas de gobierno de sus Reinos”
También fue un rey viajero: sus estancias en Inglaterra, Países bajos, Holanda, Italia, Portugal, Corona de Aragón le llevaron casi 15 años de su vida.
No fue un rey guerrero, a diferencia de su padre, y se apoyaba en las opiniones de sus colaboradores. "Sus esfuerzos no se dirigen a incrementar sus posesiones mediante la guerra, sino a conservarlas a través de la paz (...) Aun cuando por sus rasgos se parece a su padre, es distinto de él en muchos aspectos (...). El emperador gobernaba enteramente según sus propias opiniones, pero el rey gobierna según la de otros, y no muestra estimación por ninguna nación, excepto por la española. Frecuenta solamente a los españoles y sólo con éstos toma consejo y gobierna" (Suriano, 1559).