- La España de Felipe II


Capítulo 26.


UN REY ARQUITECTO


Los palacios reales estaban bastante descuidados cuando Felipe accedió al gobierno. Carlos V estaba ocupado en mil batallas por Europa y descuidaba su patrimonio en España. No obstante, en 1543 el Emperador encargó a su arquitecto Luis de Vega la construcción de un palacio en el pabellón de caza de El Pardo y Felipe, gran apasionado de la arquitectura, asumió la responsabilidad de llevar a cabo la obra.

En 1545 Felipe creó la Junta de Obras y Bosques, que tenía la finalidad supervisar los edificios reales. En 1548, encargó un informe sobre el Alcázar de Madrid y la casa de El Pardo y comenzó las obras de remodelación de El Pardo.

El Escorial


En 1556, estando en los Países Bajos, ordenó la reforma de Aceca y la compra del terreno sobre el Manzanares y al pie del Alcázar, donde en 1562 se iniciaron las obras de la Casa de Campo y sus jardines.

Tras su larga estancia en el extranjero, estaba muy impresionado por las residencias y palacios que había visto en Alemania, Países Bajos, Italia e Inglaterra y era conocedor de la arquitectura de Francia. En los Países Bajos se maravilló con los jardines a la francesa, que combinaban el campo con la vida de palacio. 

Igualmente le fascinaban los jardines italianos. Quería que en España las construcciones reales estuvieran, por lo menos, a la altura de las europeas. Envió a arquitectos españoles a aprender al extranjero y trajo especialistas flamencos e italianos a España, destacando el papel de Juan Bautista, con el que los jardines palaciegos siguieron los criterios del manierismo italiano.

La reforma de El Pardo es un buen ejemplo de lo que decimos. Cambió el techo y lo reconstruyó en estilo flamenco, bajo la experta mano de “carpinteros flamencos”, el interior se decoró al modo italiano y el exterior, bosques y jardines, se hizo bajo los criterios de un flamenco al que se le conocía como “el holandés”. Se buscaba el equilibrio entre el campo y el palacio.

También se hicieron importantes obras en Valsaín, en los bosques de Segovia. Esta era una residencia construida 100 años antes y que había sido objeto de varias reformas. En 1562, Felipe dibujó los croquis de las obras a realizar. "Han de ir las calles tan anchas como aqui se vee (...) y la de en medio ha de ir tan ancha como aqui parece". Se importaron plantas y semillas de Italia y de Flandes.

Otro lugar en ser restaurado fue Aranjuez. Juan Bautista proyectó transformar un área de 34 km² en un espléndido jardín. Se importaron 5,000 árboles de Flandes, árboles frutales de Francia y plantas exóticas de América, se contrataron especialistas paisajistas holandeses, se importaron cantidades ingentes de mármol italiano... Felipe seguía los trabajos con todo detalle: "Lo que se ha de plantar es lo que sigue, y lo mas dello querria yo que se hiziese este invierno".

En relación a la reforma de la Casa de Campo, tenemos una carta de 1562 que nos ilustra sobre la preocupación del monarca por los detalles más mínimos: "Informáos cómo están los faisanes que tiene [la Casa de Campo] y si será menester algo para ellos, y si será mejor soltarlos todos o parte, o tenerlos allí, y avisadme dello. Y se ha apedreado algo en la huerta de las posturas y simientes, y cómo va esto. Y a Aranjuez escribid que avisen de lo mismo y de las hayas y si se oyen los francolines".

Además de estos lugares, ubicados como vemos en la periferia de Madrid, el rey disponía de una serie de casas para hacer paradas en el camino o como pabellones de caza: La Fuenfría, Fresneda, Galapagar, Monesterio y Torrelodones. Casas de mayor entidad, en realidad verdaderos palacios, fueron los de Vaciamadrid y Aceca. 

En el palacio del Alcázar de Toledo se comenzaron también obras de remodelación, pero el traslado de la capital a Madrid hizo que tal proyecto cayera finalmente en el olvido.

Felipe seguía al detalle la evolución de los distintos trabajos de reforma y construcción. El secretario de obras, Pedro de Hoyo, le advirtió que los costes estaban subiendo más de lo previsto; "no pensaba que hera tanto", escribió simplemente Felipe en el margen de la carta. Pero no todo era malas noticias, como cuando Pedro de Hoyo le informaba que "los naranjos del Pardo me dizen que están a maravilla buenos" y Felipe le constaban que "huelgo dello" y que, añadía el secretario de obras, “las flores que están sembradas en dos quadrillas comiençan a florecer", a lo que Felipe le recomendaba "hazed que tengan cuydado de regarlos". Cuando Hoyo le pide que “es necesario contratar hombres para desherbar los declives", Felipe le responde que "muy bien me parece esto. 

Mas es menester sean hombres de recato que no urten ni tomen los nidos ni los huevos". Pero aún unos unos días más tarde, Felipe le pedía a Hoyos: "embiadme para esta noche a la cena las memorias de las yerbas para cotejarlas con las que han venido de Flandes".

Se preocupaba por que los trabajadores que hacían reformas en los edificios reales cumpliesen el horario. Carta de 1564, referida al Bosque de Segovia: "La campana no se pone y oy anda el relox del lugar más de media hora trasero, y así se perderá de la obra.

Hasela poner, y que se goviernen por el relox de sol del patio." Y ordenaba que los trabajadores comenzaran su jornada a las 8, en lugar del horario habitual de las 7 de la mañana, cuando él estaba en el lugar para que no le molestaran el sueño: "Porque agora duermo en my cámara primera, donde está la cama azul, haréis que hasta las ocho no ay golpes ni ruydo grande en la alcobilla y en el cubillo".

Si algún arquitecto alteraba los planes que el monarca había fijado, la bronca era descomunal. El tal Juan Bautista, arquitecto del palacio del Bosque de Segovia, había hecho algunas modificaciones sobre los planos previstos. La reacción desató la ira de Felipe: "Yo he llegado aquí esta tarde donde he hallado harto menos de lo que pensé y de lo que quixera... En fin yo no he podido dexar de amohinarme un poco y así he jurado de si no está esto acabado para [el] XV que viene, de no venir aquí ni traer a nadie sino de irme a Madrid o a otra parte… Esto no conbiene. Y ya veís que sería verguença a lo menos suya que en lugar de acabarlo todo, como pensé primero y lo tenía ordenado hasta arriba con necesarios y todo, no acabasen agora esto que no es aún la mytad".