Ciudades celtíbero-romanas de Soria



NUMANCIA. LA CIUDAD CELTÍBERA



CELTÍBERO ANTIGUO (SIGLOS vi-vi A.N.E). Cartel informativo del Museo de Soria: “Los núcleos de población fueron inicialmente el castro en la serranía y la aldea en el llano.

Los poblados castreños muestran una uniformidad de emplazamientos, dimensiones y defensas, que indican una concepción igualitaria entre sí. Se disponen en emplazamiento estratégicos, situados entre 1,100 y 1,300 m. de altitud, sorprendiendo sus reducidas dimensiones, entre 0,2 Has y 1 a 2 Has. con la monumentalidad y y espectacularidad de sus defensas artificiales: sólidas murallas y fosos, complementados con torres para la defensa de sus entradas y barreras de piedras hincadas.

La población oscilaría entre varias decenas de habitantes y unos pocos centenares, con una organización interna simple de viviendas rectangulares (excepcionalmente circulares) adosadas a la muralla delimitando espacios centrales o pequeñas calles.

Contrastando con este tipo de asentamiento, en las llanuras aluvionales del centro y sur de la provincia, encontramos aldeas, ubicados sobre cerros testigos de suave pendiente. Su organización interna se basó en la presencia de una calle o plaza central, con viviendas de planta rectangular en su entorno.

Próximas a los poblados, junto a los ríos, se localizan las necrópolis, como las de Almaluez, Alpanseque y Montuenga, que se inician en el siglo VI a.C. y probablemente en el VII, vinculadas a la zona del Alto Jalón, y Carratiermes, caracterizadas por la ausencia de espadas o puñales y la existencia de largas puntas de lanza.”

Pectoral espiraliforme. Los núcleos de población fueron inicialmente el castro en la serranía y la aldea en el llano.


CELTÍBERO PLENO (SIGLOS IV-III a.n.e.). Cartel informativo del Museo de Soria: “La dualidad anterior de asentamientos con predominio de ocupación de los rebordes montañosos y de una economía ganadera, se trastoca por una tendencia hacia las zonas centrales de las campiñas del Duero, con el incremento de la actividad económica agrícola. A lo largo del siglo IV a.C. un número significativo de castros serranos se deshabita; por el contrario, otros muestran una resistencia mayor, ya que se documentan en ellos las cerámicas torneadas oxidantes de factura más antigua de esta zona, con clara influencia ibérica.

La intensificación de la explotación agraria irá acompañada de la introducción de mejoras tecnológicas, como el arado, que proporcionará una mejora en la rentabilidad de los recursos. Todo ello conllevará la construcción de una jerarquía de derechos sobre el uso de la tierra, lo que hay que relacionar con el inicio de la desarticulación paulatina de las grandes estructuras parentales, que serán sustituidas por nuevas relaciones de dependencia personal.

Esta zona, bien relacionada con el Valle del Ebro y la meseta, acusa un aumento de excedentes e intercambios, con la consiguiente demanda y acumulación de objetos de prestigio por quienes ejercen su control. Cabe interpretar así la llegada de cerámicas y armas procedentes de la Meseta (Miraveche – Monte Bernorio), las fíbulas y las espadas con empuñadura rematada en antenas o en forma de frontón, relacionadas con el contexto europeo (Osma y Quintanas de Gormaz), así como la frecuencia de importación de cerámica de procedencia ibérica.

Utensilios de labranza. La intensificación de la explotación agraria irá acompañada de la introducción de mejoras tecnológicas, como el arado


Esto se refleja en el aumento del número de necrópolis y en la riqueza y diferenciación de sus ajuares -final de las necrópolis de Alpanseque y Montuenga, centro de las de Aguilar de Montuenga, La Mercadera, Ucero y Carratiermes, comienzo de La Revilla, La Requijada y Osma-, claro indicio, a su vez, como apunta el incremento de los yacimientos, de un aumento demográfico importante, que conducirá a finales del siglo III y principios del II a.C. a la creación de núcleos urbanos. Tendrá lugar, ahora un proceso de gran homogeneización cultural: generalización de la cerámica con características propiamente celtibéricas y difusión de la metalurgia del hierro.”

No se conoce la fecha de la fundación de Numancia, pero gracias a los materiales encontrados en las necrópolis podemos suponer que fue a finales del siglo III a.n.e. o inicios del II a.n.e. La ciudad comprendería unas 8 hectáreas. Era una ciudad-Estado, lo mismo que el resto de ciudades celtibéricas, que controlaba todo un territorio alrededor de ella con diversos asentamientos.

Cartel informativo del Museo de Soria: “Los poblados se desplazan, con respecto a épocas anteriores, a zonas más llanas y abiertas donde existían mayores posibilidades agrícolas (...). Los lugares elegidos para los asentamientos son pequeños cerros aislados de las cadenas montañosas. Se busca la proximidad de cursos de agua que refuercen la defensa de los poblados; éstos son ya de mayor tamaño que los de la Primera Edad del Hierro. Es probable que hubiese pueblos que viviesen bajo la influencia de grandes centros comerciales.”

Las calles de Numancia se orientaban este-oeste, excepto dos calles principales que iban norte-sur. Toda esta estructura estaba hecho de manera que la ciudad quedase protegida del viento del norte, ya que, en cada cruce, la calle continuaba pero no exactamente en línea recta sino un poco escorada a la izquierda o a la derecha, de manera que las esquinas cortasen el viento. El trazado era en retícula irregular, sin espacios para plazas o espacios abiertos. Los pavimentos de las calles eran de cantos rodados. La cercanía del Duero provocaba zonas encharcadas en la zona.

Maqueta de Numancia (Museo de Soria). Las calles de Numancia se orientaban este-oeste, excepto dos calles principales que iban norte-sur.


Cartel informativo del Museo de Soria: “El esquema general es de calles con las casas enfrentadas, de piedra en la parte baja y adobe hasta la techumbre, que es de entramado vegetal cementado con barro. Dentro de los poblados había cercados para el ganado.”

Las casas era de unos 50 m² habitualmente, con 3 habitaciones. Inicialmente, las habitaciones eran 2, pero con el tiempo se añadió una tercera. Una de las habitaciones -la principal- se utilizaba como comedor y dormitorio, otra como despensa y la otra como vestíbulo a la entrada.

La construcción de las casas se hacían sobre todo con piedra y elementos de madera, barro y paja. El techo era de trenzados de centeno. En el suelo ponían tierra aprisionada, para mantener el calor. Adosados a las casas había corrales rectangulares.

La muralla tenía 4 puertas, situadas siguiendo los puntos cardinales. El tramo de muralla reconstruido contiene dos torres de defensa, tiene 4 metros de ancho en su base y está hecha de piedra las los 3,5 metros de alto y de adobe y madera hasta 1,5 metros más, alcanzando, pues los 5 metros de altura.

Las murallas disponían de 4 torreones y 4 puertas. Cartel informativo del Museo de Soria: “Los poblados se rodean con una muralla construida con piedras en seco y puede apreciarse en ellos cierta planificación urbana derivada de la influencia de los pueblos del Valle del Ebro.”

Cartel informativo del Museo de Soria: “La ciudad estaba rodeada por una potente muralla, reforzada en diferentes puntos con torres rectangulares de mayor altura. En algunas zonas las casas se adosaban al muro, pero en otras (...), dejaban una estrecha calle de ronda (...)."

La base, hasta unos tres metros de altura, está reforzada en sus lados con grandes cantos rodados y relleno en su interior con piedras más pequeñas y tierra. La parte superior remata en un parapeto más estrecho, de metro y medio de altura, hecho con adobe y postes de madera, que dejaba un paseo de ronda.”

La ciudad estaba rodeada por una potente muralla, reforzada en diferentes puntos con torres rectangulares 


La población se calcula en unos 2,000 habitantes.

La principal base económica era la ganadería. Las pieles de los animales utilizaban como moneda. Con pieles de buey se pagaba a otras tribus y ciudades e incluso a Roma en la época de la dominación romana. También se utilizaban como sistema de pago las capas de lana o sagum.

La agricultura no adquirió la importancia que tuvo la ganadería. Algunos productos se importaban de las tribus vecinas, como es el caso de vacceos, que les proporcionaban trigo y otros cereales.

Los numantinos se alimentaban básicamente de carne, leche, cereales, frutos secos (bellotas y nueces) y legumbres. Las bebidas preferidas eran el vino con miel y la cerveza llamada “caelia”, de trigo fermentado. Era normal utilizar su propia orina para el aseo personal.


LA CERÁMICA. Las cerámicas pintadas de Numancia son excelentes por su calidad artística y estética. Ofrecen una información muy valiosa sobre las formas de vida y costumbres, las vestimentas, las danzas, el mundo simbólico (las esvásticas, espirales y motivos geométricos, los animales como las aves y los peces, astros como el sol y la luna)… Normalmente la cerámica está hecha con barro rojo y decorada con figuras negras realizadas con óxido de hierro.

Cartel informativo del Museo Numantino: “La producción de cerámica se hizo mucho más amplia gracias al torno, lo que permitió la comercialización de las piezas en grandes extensiones territoriales. La moneda, introducida por influencia ibérica, tuvo una gran importancia en la economía.”

Cartel informativo del Museo Numantino: “Las nuevas técnicas se fueron incorporando poco a poco, sustituyendo las creaciones más características de la Primera Edad del Hierro. El torno del alfarero reemplazó a la elaboración manual, lo que aumentó la calidad de la cerámica y de su decoración. Esta reproduce motivos geométricos, líneas onduladas, rombos, círculos, etc., que aparecen también en la cerámica ibérica.”

La cerámica ofrece una información muy valiosa sobre las formas de vida y costumbres, las vestimentas, las danzas, el mundo simbólico...


Cartel informativo del Museo de Soria: “La cerámica numantina destaca tanto por la cantidad y calidad de sus vasos, como por una serie de rasgos que la hacen única: el uso de la policromía (rojo, negro y blanco) y la adecuación de las escenas representadas a la forma de las vasijas, que permitieron que ciertos temas y composiciones decorativas se acomodasen en las paredes de jarras y vasos, y en los fondos de los platos.

Los alfareros numantinos crearon un estilo propio en el que primaron las representaciones geométricas (ondas, líneas, círculos concéntricos) y esquemáticas, que les permitieron mostrar con pocos trazos las líneas maestras de la anatomía de hombres y animales.

Esta cerámica constituye una fuente de información importantísima, puesto que su decoración pictórica nos ayuda a documentar cómo eran los celtíberos en diversos aspectos. Gracias a la riqueza simbólica de las escenas representadas podemos conocer cómo eran sus ritos (buitres picoteando guerreros, sacrificios de animales), su cosmogonía (seres fabulosos mitad hombre-mitad caballo), así como el armamento y la vestimenta que utilizaban, o la fauna o la flora.”

Los alfareros numantinos crearon un estilo propio 



LA MONEDA. Cartel informativo del Museo de Soria: “En la Celtiberia, el nacimiento de moneda se produjo hacia mediados del siglo II a.C., en un momento tardío, ya que el numerario de metal se conocía desde algo más de cuatro siglos en el Mediterráneo oriental.

Pero el uso de la moneda no debe presuponer que los celtíberos abandonaran la cultura del trueque, que implicaba el uso de mercancías o productos con el valor admitido por todos. En particular fue usado el metal en bruto que se troceaba y pesaba, y también objetos manufacturados como los instrumentos de uso cotidiano, las joyas y otros elementos de prestigio.

En la Celtiberia, el nacimiento de moneda se produjo hacia mediados del siglo II a.n.e.


Las primera cecas o talleres monetarios que se pusieron en marcha en la Celtiberia, surgieron como consecuencia de la estrategia política de los romanos de beneficiar a unas ciudades sobre otras en función de sus intereses políticos. Progresivamente se iría introduciendo la moneda metálica, en principio con fines muy concretos como el pago de soldadas a los militares y para fomentar determinadas transacciones comerciales, desarrollándose de forma paulatina una economía monetal de la que participaban ciertas capas de la población. La responsabilidad de la emisión de moneda recaerá sobre la ciudad, que es quien ostenta el poder.

La influencia de la iconografía griega y romana es patente en las monedas ibéricas y, por tanto, en las celtibéricas como herederas de aquéllas. No sólo se copia la iconografía, como la imagen masculina del anverso y el jinete con distintos atributos en el reverso, sino que también se adoptan los mismos metales, utilizando sólo la plata y el cobre, sus pesos y la escritura.”

La influencia de la iconografía griega y romana es patente en las monedas ibéricas y, por tanto, en las celtibéricas como herederas de aquéllas.


CASA CELTÍBERA. Sus paredes constan de un zócalo piedra sobre el que se levantan los muros de adobe y madera y techado de vigas de madera con tejado de paja. La casa que podemos contemplar en el yacimiento tiene 3 estancias: un pequeño taller (moler cereal y tejer) que incluye una trampilla que da paso a la bodega -cuya finalidad era la conservación de los alimentos-, otra que servía de dormitorio y comedor, y otra más pequeña destinada a despensa. Adosada a la casa veremos un corral y un pequeño cobertizo para los animales.

Cartel informativo del Museo de Soria: “El interior de la casa está dividido según la actividad que se desarrollaba: una zona central para el hogar, otra para el descanso, una tercera de almacén y quizá alguna estancia para el ganado.”

La casa que podemos contemplar en el yacimiento tiene 3 estancias: un pequeño taller (moler cereal y tejer) que incluye una trampilla que da paso a la bodega -cuya finalidad era la conservación de los alimentos-, otra que servía de dormitorio y comedor, y otra más pequeña destinada a despensa.


Cartel informativo del Museo de Soria: “Desde sus inicios, a partir del siglo VI a.C., las viviendas celtibéricas se caracterizaron por la reproducción de un modelo constructivo que pervivió, sin apenas variaciones, hasta la conquista romana. Se trata de un tipo de casa de planta rectangular, cuya superficie media oscilaba entre 40 y 50 metros cuadrados. A partir de un zócalo de piedra, asentado sobre el terreno, se levantaban muros de adobe o tapial. La cubierta vegetal dispuesta a una o dos aguas, se sostenía por medio de una estructura de madera que descansaba, a su vez, en un entramado de postes dispuestos a intervalos regulares. El acondicionamiento interior de las paredes se realizó mediante la aplicación de un enlucido de barro y cal para preservar los muros de la acción erosiva del agua y el viento. El pavimento de las casas fue elaborado con arcilla o tierra apisonada.

Se trata de un tipo de casa de planta rectangular, cuya superficie media oscilaba entre 40 y 50 metros cuadrados. 


Estas viviendas celtibéricas estaban divididas, generalmente, en tres estancias. La primera, a la que se accedía desde la calle atravesando una puerta de reducidas dimensiones, era la más luminosa de todas. Por este motivo, en su interior, han sido documentados la mayor parte de los objetos relacionados con actividades domésticas y artesanales (pesas de telar, molinos, tijeras). A través de una trampilla de madera situada en el suelo, se accedía a una estancia subterránea, la bodega-cueva, que tenía como finalidad el almacenamiento y la conservación de alimentos.

A través de una trampilla de madera situada en el suelo, se accedía a una estancia subterránea, la bodega-cueva, que tenía como finalidad el almacenamiento y la conservación de alimentos.


Tras esta habitación se encontraba otra más grande, en donde se hallaba el hogar, dispuesto en el centro de la estancia o en un lateral para facilitar la circulación interna, que proporcionaba a la vivienda tres elementos básicos: luz, calor y la posibilidad de transformar alimentos. En torno a éste y pegados a la pared se disponían los bancos corridos, destinados al descanso y reposo de los moradores. La vajilla estaba colocada en estanterías o vasares, así como en pequeños muebles. En esta dependencia y concretamente en torno al hogar, la familia se reunía para comer, descansar y realizar vida social.

Por último, una tercera estancia sirvió conjuntamente de almacén de aperos y de despensa de alimentos. Algunas viviendas, las más amplias, poseían, adosados a uno de sus muros, pequeños corrales.”

Una tercera estancia sirvió conjuntamente de almacén de aperos y de despensa de alimentos.


Cartel informativo del Museo de Soria: “Las viviendas celtibéricas tenían base de piedra y paredes recrecidas con postes de madera y adobes, techándose con cubierta vegetal. Esta casa reconstruida es de planta rectangular y está dividida en tres estancias: una delantera destinada a labores artesanales (molienda de cereal y tejido), con una trampilla en el suelo para bajar a la bodega; una habitación central o lugar de reunión familiar, en torno al hogar, donde comían y dormían; otra trasera destinada a despensa. Por una pequeña puerta lateral se accede al corral con un pequeño cobertizo para los animales.

La bodega de la casa celtibérica estaba destinada a conservar los alimentos ya que mantenía una temperatura estable. En la dieta alimenticia predominaban los vegetales, destacando los frutos secos, como las bellotas; la falta de vino era sustituida por la “caelia”, cerveza extraída de trigo fermentado.”

Las viviendas celtibéricas tenían base de piedra y paredes recrecidas con postes de madera y adobes, techándose con cubierta vegetal.