Románico de las Viejas Merindades, Burgos
San Pantaleón de Losa. Un poco de Historia |
El lugar ha estado ocupado desde antiguo. Hay evidencia arqueológica de un castro de la tribu de los autrigones, anterior a los romanos. Cartel informativo. “La magia de un lugar fascinante. La peña sobre la que se asienta el templo parece querer poner en contacto la tierra con el cielo. Este emplazamiento, fácil de proteger y con buena visibilidad, albergó en la Edad del Hierro un castro, ocupado también durante la romanización."
A continuación, presencia romana con la calzada que corría junto a la Roca Colorada (donde se ubica la ermita) y que unía la Meseta con el Cantábrico. De los primeros tiempos del cristianismo nos quedan restos de una basílica paleocristiana.
Desde la Alta Edad Media parece que aquí hubo una fortificación, de la no quedan restos pero que se mantuvo durante varios siglos con las ampliaciones a que hubiere lugar en cada momento. Quedan las ondulaciones de dos fosos por encima de la ermita. La ermita estaría ubicada fuera del castillo.
La ermita de San Pantaleón fue consagrada el 27 de febrero de 1207 por el obispo de Burgos, García Matínez Contreras, tal como indica la inscripción del muro sur de la ermita: “El obispo de Burgos García consagró esta basílica en el primer año de su pontificado a tres días de las calendas de marzo de la era 1245″ (27 de febrero de 1207 en el calendario actual). Se utilizaron materiales de un templo anterior. Diversos documentos de los años 853, 860, 998 y 1011 ya nos hablan de este centro religioso.
A partir del siglo XIII San Pantaleón dependió de la Orden de San Juan de Jerusalén, los hospitalarios. La Casa del Priorazgo estaría al lado de la ermita, posiblemente. Anteriormente, había dependido de varios monasterios: en 1133 a San Salvador de Oña, en 1150 al monasterio de San Juan de Burgos y en 1240 se produce una venta al monasterio de Valcárcel.
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Cartel informativo: “A comienzos del siglo XIII se construyó en este mismo lugar una iglesia dedicada a San Pantaleón. Según una inscripción conservada en el interior fue consagrada por el obispo de Burgos en el año 1207. Su emplazamiento, las diversas interpretaciones de la simbología de su compleja iconografía, la prodigiosa licuefacción de la sangre de San Pantaleón y la pertenencia a la Orden de San Juan de Jerusalén han alimentado numerosas leyendas en torno a este lugar, muchas de ellas relacionadas con el Santo Grial.”
En la parte baja de la roca hubo un núcleo de población, del que no quedan restos, hasta que las gentes se trasladaron al lugar donde hoy se ubica el pueblo.
El Becerro de las Behetrías, en el siglo XIV, dice que “es de la orden de Sant Iohan” y que “a vn monesterio la orden e que ha XXX almudes de pan, por medio trigo e çeuada”.
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En la parte baja de la roca hubo un núcleo de población (foto: romancodigital.com) |
En el siglo XV se produjo una ampliación en estilo gótico tardío. Se trata de la nave perpendicular y del baldaquino para el sepulcro románico, que contenía las reliquias de San Pantaleón.
Se han encontrado restos de una necrópolis de los siglos XIII al XVII.
EN 1820, en el momento en que el pueblo cuenta con una iglesia propia, la ermita de San Pantaleón pierde su función de parroquia.
La sangre de San Pantaleón se licua en el día de la festividad del santo, por lo que la ermita ha atraído a multitud de peregrinos en todas las épocas. Esta sangre se encuentra hoy en el convento de la Encarnación, en Madrid.
La leyenda del Grial apunta a una fuerte presencia templaria en esas comarcas
Una serie de topónimos nos llevan a la hipótesis de que el Santo Grial se albergó en esta zona de España. Frente a San Pantaleón tenemos la Sierra Salvada (equivalente al Montsalvat griálico, el castillo donde se custodiaba el Grial por los templarios); cerca están las localidades de Criales (Grial) y Santa María de Siones (Monte Sión), al pie de la sierra de la Magdalena. De esta forma, tenemos un triángulo griálico formado por San Pantaleón, Criales y Santa María de Siones. Las leyendas del Grial van normalmente asociadas a la presencia de la Orden del Temple, por lo que hay que suponer una fuerte presencia templaria en estas comarcas burgalesas.
El grial es el recipiente o copa usada por Cristo en la Última Cena y en la que José de Arimatea recogió la sangre del crucificado. En otros casos, se resalta la importancia de su contenido más que del recipiente, como elemento esotérico, representando más un camino espiritual que algo material. En el evangelio gnóstico de santo Tomás encontramos la frase de Jesús: ≪Quien beba de mi boca sera como yo soy, y yo seré el≫.
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También hay referencias al Grial como un objeto más que como una copa. Chretien de Troyes escribe, refiriéndose a los templarios: “Todos sus alimentos les vienen de una piedra preciosa que, en esencia, es toda pureza. Ellos la llaman lapis exilis. Es por el poder de esta piedra que el fénix se convierte en cenizas, pero de estas cenizas renace la vida. Esta piedra da al hombre tal vigor que sus huesos y su carne recuperan su juventud. Se llama el Graal”. La frase “lapis exilis” sería una contracción de “lapis lapsus ex caelis” (“la piedra caída de los cielos”).
El origen de la leyenda del Grial está en la creencia celta del caldero divino, que da bienestar a las personas de buen corazón y provoca la ruina de los corazones impuros. Este caldero revive a los muertos en batalla y puede alimentar a miles de personas a la vez. También el tema de un recipiente u objeto sagrado está presenta en muchas otras culturas (hinduista, budista, el soma védico, el haoma mazdeo o la ambrosía griega...)
La palabra “grial” tiene la misma raíz que la palabra “crátera” y se refiere a un plato o escudilla para contener líquidos o alimentos.
El origen de la leyenda del Grial está en la creencia celta del caldero divino (foto: Internet)
San Pantaleón: su sangre se licua una vez al año
San Pantaleón fue un santo del siglo IV, que, según la tradición, sufrió grandes tormentos antes de su muerte el 27 de julio del 305: plomo fundido, ahogamiento en el mar, rueda, potro, arrojado a las fieras, hasta ser decapitado. Cuando le cortaron la cabeza, brotó leche en lugar de sangre que, al caer sobre un árbol seco, hizo que reverdeciera y diera frutos. Es una evocación del árbol de la vida.
Sus discípulos recogieron y guardaron su sangre, que, al parecer, llegaría a la ermita de San Pantaleón de Losa. Esta sangre se licua cada año en la víspera de la fecha de su martirio. Hay quien mantiene que esta sangre fue recogida en el Santo Grial, la copa de la Última Cena.
Cartel informativo: “Una compleja iconografía ha alimentado toda suerte de interpretaciones. Los estudios más recientes indican que todas las imágenes de la portada y los capiteles están elaborados como parte de un único proceso creador y desarrollan los seis intentos de ejecución del martirio de San Pantaleón: en plomo fundido, ahogándose en el mar, en la rueda, en el potro, arrojándolo a las fieras y con la espada para ser finalmente decapitado.”
En Oriente tienen gran veneración por este santo como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres.
En Oriente tienen gran veneración por este santo (foto: Internet)
De un sepulcro en la ermita de San Pantaleón de Losa se dice que contenía los restos de la sangre del santo. Por otra parte, Eduardo de Ontañón cuenta una tradición relacionada con este sepulcro: “Con elementos cortantes, los visitantes, rascan la piedra de la lápida y ese residuo se lo llevan a casa. Este ingrediente secreto se usaba de dos maneras. O bien se daba al ganado enfermo o se añadía a un torto casero para las personas.”